Saturday, 18 March 2017

Los rascacielos en la ciudad de México

El desarrollo arquitectónico se admira y nos hace preguntarnos cómo será en 50 años

En el pasado, ver a la Ciudad de México como una metrópoli con rascacielos, mirar a un país que albergaba grandes torres de concreto, lucía como un sueño imposible. En la lejana década de los años 50, la Torre Latinoamericana se erigía como la más alta del país, ubicada en el corazón del entonces Distrito Federal, en la esquina de San Juan de Letrán y la calle de Madero. Después de su construcción, la historia de la capital del país nunca volvería a ser la misma.

Hoy en día, la Ciudad de México se alza como el corazón financiero del país y es gracias a los enormes rascacielos, que ahora cubren las alturas de las calles y avenidas, que el avance del desarrollo inmobiliario que ha atravesado la capital durante el último medio siglo, ha sido próspero.



Paseo de la Reforma, Bosques de las Lomas o Santa Fe, el corredor de Insurgentes, Periférico sur, entre otras zonas, se han vuelto en ejemplos tácitos del desarrollo de los rascacielos y que, expectantes los habitantes miran hacia arriba a estas edificaciones inmóviles en una ciudad que nunca descansa. En esta gran urbe que tiene la capacidad innata de mantenerse de pie ante los desastres naturales, justo como los habitantes que se llenan de fuerza en los momentos críticos.

Magia y virtud, eso encierra el ADN de estos edificios construidos por el hombre, del ser humano que se cansó de mirar hacia arriba y solo ver cielo; hoy la vista se cubre también con pinceladas de acero y concreto, que nos recuerdan que las altas edificaciones, forman parte ya de nuestro acontecer social.

Torre Arcos en Paseo de los Tamarindos Nº 400 en Bosques de las Lomas, es uno de los edificios más llamativos del todo el país, debido a su diseño en forma de arco que le ha valido el mote de “Edificio del Pantalón”. El World Trade Center, antes Hotel de México, ubicado sobre la avenida Insurgentes sur; la Torre Mayor, Torre Bancomer y demás edificaciones que hoy son un ejemplo de grandeza en todas sus formas y expresiones.

Sin duda alguna, estos edificios dotan a la capital mexicana con un toque cosmopolita que se reconoce en todo el mundo. Después de todo, ¿qué sería de las grandes ciudades sin los grandes rascacielos? Y qué sería del desarrollo de un país sin estos gigantes de acero que nos miran expectantes e inmovibles, en una ciudad que nunca se detiene en cuanto a avances arquitectónicos se refiere.

Lo anterior nos lleva a una pregunta llena de emoción y misterio, ¿cómo se verá la ciudad en los siguientes 50 años?

ADM

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