Si damos un
salto 30 años al pasado, la imagen que teníamos de los centros comerciales no
se parecía a la realidad que hoy acontece en diferentes plazas repartidas
alrededor de la República Mexicana.
Eran zonas destinadas,
única y exclusivamente destinadas a hacer compras. Maremotos de personas
invadían las tiendas, en su mayoría destinadas a las clases más acomodadas en
un país que ha evolucionado al menos en materia inmobiliaria.
La idea que hoy
persiste en la imaginaria no sólo es la de abarrotar las tiendas, sino que
evolucionó el concepto de “tarde en familia”, al ser los centros comerciales un
referente para pasar un momento lleno de diversión integral, que se complementa
con ocio, comercio, diversión, pero sobre todo un momento agradable para comer.
La comida es uno
de los placeres de la vida, dice un famoso dicho, con el pasar de los años y el
desarrollo de un país en materia inmobiliaria, este placer se trasladó a los
centros comerciales, los cuales se convirtieron en recintos, donde grandes
empresas en el ámbito gastronómico empezaron a crear vínculos y establecieron
un lugar definitivo dentro de las entrañas de un centro comercial.
La imagen hoy en
día encierra un retrato único, familias compartiendo el pan y disfrutando
alimentos dentro de un centro comercial y después o antes en las tiendas
persiguiendo las mejores ofertas para cada miembro del núcleo. Una foto en
movimiento que ha sido una constante en los últimos años. Cuando los centros
comerciales evolucionaron e integraron en su ADN distintas opciones
gastronómicas para el paladar exigente de cualquiera.
De acuerdo con
datos de la revista Forbes, México es uno de los países con más proyección en
materia de espacios comerciales, los cuales evolucionaron y muchos se han
consolidado entre los favoritos de las familias mexicanas, para comprar pero
sobre todo para comer siempre unidos.
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