En el norte del país, existen nuevas alternativas de turismo, surgidas como
consecuencia de una exhaustiva búsqueda de nuevas experiencias para los
visitantes. Por eso y pensando en el desarrollo de los valles agrícolas de la
Ruta del Vino, esa zona se ha revalorizado y ha obligado a los actores locales
a pensar en el turismo como algo natural de la zona. Y como consecuencia de
esto, se siguen creando desarrollos turísticos que lo ofrecen todo; desde noches
de estancia, hasta experiencias gastronómicas sumamente completas.
El Corredor Costero Tijuana-Rosarito-Ensenada es una de las principales
zonas turísticas de Baja California y es la principal vía de acceso hacia el
Valle de Guadalupe que, hoy por hoy, sigue atrayendo a turistas nacionales y
extranjeros. Y tanto flujo de personas también ha activado otros segmentos de
mercado, como el del sol y la playa.
El enoturismo en esta zona ha registrado el mayor crecimiento en esta zona
y se ha convertido ya en una fuente permanente de recursos para el estado de
Baja California.
Algo sumamente interesante es que parte de los ingresos de la ruta del vino
se debe al considerado turismo alternativo, que ofrece experiencias únicas que
incluyen el respeto al entorno y muestra mayor interés en las tradiciones
locales. En conclusión, la ruta del vino seguirá siendo por largo tiempo uno de
los principales lugares donde los desarrolladores pueden invertir, si tienen la
visión y experiencia de las necesidades de los clientes que están ávidos de
salir de la rutina de las vacaciones, año tras año.
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